SEGUNDO CAPÍTULO: El túnel

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MariaenLaLunaTEXTO MARÍA EN LA LUNA. La puerta de casa sonó, y yo no podía creerlo. ¿Era ella?, ¿había aparecido?… Y, a pesar de todo el odio que pensaba que me quemaba por dentro, la tranquilidad apaciguó mi rabia.

No es que fuera la primera vez que ocurría: eran ya muchos los lunes que mis padres se iban sin dormir a trabajar; que aquel ‘hasta la noche’ sonaba truncado a la vez que desesperado.
Sin embargo, esa mañana se convirtió en un punto de inflexión en nuestras vidas.

‘Papá, espera, no te vayas a trabajar’

Mi cuerpo tembló, al igual que los párpados de mi padre. Las siguientes palabras de mi hermana sonaron interiormente como una resaca de aire fresco que despeina tu flequillo pero no te deja cerrar los ojos: ‘Necesito ayuda’.

Mi brinco de la cama fue contundente y seguro. Tenía que llamar a mi madre que acababa de irse a vender dulces, entre palabras retorcidas y lágrimas en los ojos, para comunicarle que podía ser el final de nuestros momentos ácidos.


En menos de diez minutos estábamos toda la familia reunida, alrededor de ella que lloraba sobre la cama a la vez que decía ‘os lo cuento o me tiro por el balcón’.

Pocas palabras hacían falta. Pero sentí que ella, mi hermana mayor, necesitaba quitarse aquel lastre de encima pronunciándolo en voz alta: ‘Tengo un problema con las drogas‘.

Casualmente, un amigo de una amiga, estaba realizando un programa de desintoxicación en Proyecto Hombre. Mis padres andaban más perdidos, con lo que les pareció bien mi propuesta.

Me vestí, me aseguré de que mi hermana se quedaba dormida y relajada, que mis padres se fueran a trabajar con un punto de temor a lo desconocido pero aliviados por ver algo de verdad en la cara de su pequeña grande y me encaminé a Proyecto Hombre a pedirles que me ayudaran a recomponer mi familia y a salvar a mi hermana del abismo.

Tenía 20 años y ya sentía la necesidad de hacerme cargo de mis mayores. Mi memoria es la que me traiciona llevándome a ese lunes de septiembre para empezar a explicar quién soy y por qué. No obstante, yo ya era antes, sólo saltaba de la adolescencia a una madurez que yo, y las causas externas de mi vida, nos encargaríamos de complicar más de lo necesario.

En aquel momento, yo me sentí feliz, ilusionada, responsable, adulta…..iba a recuperar a una de las personas más importantes de mi vida y que para mí había muerto durante los últimos años en ella. Un sentimiento duro para una adolescente e irreal para quien soy ahora.

FOTO: Pixabay

Mi niñez fue feliz, ¿qué digo feliz?, muy feliz. Fui la segunda de dos hermanas, pero de las mayores de las primas que seguimos siendo como hermanas. Además, conté con el privilegio de tener a los mejores iaios del mundo…a los que quise, y recuerdo, con toda mi alma. Creo que ellos son tan responsables como mis padres de los principios y valores que dominan mi camino. También tuve primos que eran el regalo de los domingos. Y amigos suficientes como para que me sintiera acogida y tenga recuerdos preciosos tan intensos que aún me recreo en ellos.

De todas mis primas, en este período de mi vida hay una especial….tan sólo nos llevamos mes y medio. Ella siempre pareció mucho más pequeña que yo, con lo que las circunstancias y mi ‘carácter maduro’, decía siempre mi padrino, me convirtieron en su protectora.

Su padre, mi tío, perdió la vida de una forma poco usual cuando a penas teníamos 10 años. Me aferré a ella como si fuera mi padre el que había fallecido.

A los 20 años me convertía en la protectora de mi hermana y seguía siendo punto clave en la vida de mi prima.

FOTO: Flicker

El próximo año y medio de la iluminación de mi hermana fue duro, para ella más que para nadie. Hubo momentos de lágrimas, de vergüenza, de amor pero siempre de confianza y unión. Me dio una lección de vida a la que aún me acojo cuando me siento perdida.

Y os explico el único sustantivo que está fuera de la concordancia de sentimientos: vergüenza. Cuando llevaba dos semanas siendo seguimiento de mi hermana y acudiendo a reuniones con familiares que se encontraban en las mismas circunstancias que nosotros, sentí la vergüenza de no haber sido sincera.

Una norma de esta ONG es no tener relación con las drogas para poder convertirte en los ojos de tu familiar o amigo drogadicto. Yo, por mi beneficio propio, por no decepcionar a mis padres, no conté lo que debían saber.

Salíamos de la cuarta reunión y parecía que mis padres empezaban a acostumbrarse a aquello que tan agotador les resultó en un primer momento: ‘mi hija no es como ellos’, pensaban e incluso dijeron en voz alta refiriéndose al resto de compañeros del grupo. Los prejuicios habían desaparecido pero yo no estaba a la altura, me increpaba mi interior.

Contenía las lágrimas mientras avanzaba hacía el jardín, verde y luminoso, que coronaba aquel patio. Me alejé y desde allí y con la voz en un hilo llamé a mi familia.

Papas, venid, tengo dos cosas que confesaros‘.

FOTO: Flicker

El gesto cambió por completo en sus rostros e intentaban secar mis remordimientos mientras derramaban los suyos, ‘¿Cómo no nos enteramos de nada de lo que nuestras hijas hacían?’.

El actual novio de mi hermana no sólo consume sino que trafica….y….y yo he consumido durante los dos últimos años, aunque de forma esporádica‘.

Fue uno de los pasos más duros pero aliviadores de mis 36 años. Ya no había secretos, ya estábamos preparados.

Podría ahondar en mil anécdotas de aquellos tiempos pero lo creo innecesario. Así que, como mi intención es poneros en antecedentes, resumiré la época alegando que el dejar mi vida de lado para hacerme responsable, junto al resto de la familia y algunos amigos, de la que hacía siete años era mi ejemplo a seguir, aceleró mi madurez y el mismo hecho, vincularme con un mundo tan desconocido para mí y que mi hermana fuera tan valiente, ha sido una de los aprendizajes más relevantes de mi camino.

Moraleja: Era el principio de mi fin.

Mensaje

FOTO: Wikipedia

La bruma cae por sorpresa en un clima inocente,
idílico, nítido hasta el momento.
La bruma se convierte en el lastre que oscurece
ese túnel llamado vida y que se vuelve del revés.
Después llega el rocío.
El rocío se deja caer sobre tu verdad
tratando de limpiar las paredes traicioneras
y mugrientas que ensuciaron el gesto.
Pero la bruma vuelve, algún día,
la calima te pone alerta y te susurra….
no dejes que la neblina te aleje del camino a la luz.

TEXTO. MARÍA EN LA LUNA

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11 Responses

  1. Quería hacer una rectificación…en Proyecto Hombre no se hacen programas de desintoxicación sino de REHABILITACIÓN. Disculpas a esta ONG que tanto respeto. #ProyectoHombre

  2. inma aurora dice:

    que profundo, madre mia, me ha encantado

  3. Muchas gracias Inma, os escribo desde el corazón y me gusta que lo hayas sabido valorar, ¿has leído el primer capítulo? así será más fácil que sigas el hilo de los siguientes capítulos.

  4. Paula dice:

    Impresionante, sin más. Como puedes tan fácilmente ponernos en la piel de cada personaje, escena, paisaje… Sin duda, eres lo más!. Desconocía esta faceta tuya pero, como con otras cosas, me has vuelto a sorprender. No cambies nunca y lucha, Xq eres una gran luchadora!. Muchos Bss con abrazos Mary!!!

  5. Araceli dice:

    Ole,ole y ole a esa famila que unida es capaz de luchar contra viento y marea por que la vida siga “al menos” como era, y si no, que sea mucho mejor. Felicidades y besos

  6. Martín dice:

    Al terminar de leer tus relatos, es inevitable perder la mirada en un punto muy concreto del vacío y pensar, para luego sentir cómo un cálido escalofrío te pone la piel de gallina al descubrir tu manera delicada y sorprendentemente sencilla de describir los diferentes estados por los que transcurre la vida de una auntentica superviviente. Sigo con la mirada perdida.

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